martes, 20 de octubre de 2009

ACERCA DEL OFICIO DESTRUCCIONISTA





























Porque no somos más que tejido nervioso montado en un armazón de huesos/ Aunque dios desde El Pentágono nos avise que somos seres racionales/ y nos instigue a reproducirnos y a gastar dinero en sepulturas/ nada nos diferencia de los hongos ni de las piedras/ Como botellas plásticas terminaremos en el gran vertedero del mundo/ y nada podrá hacer doña Educación ni don Trabajo para resucitarnos/ ¡Oh destruccionistas, aceleremos nuestro destino! /Con taladros, motosierras, podadoras y morteros/ desfilemos pisoteando a los congéneres caídos como zombies, sin pena, miedo ni remordimiento/Incendiemos las escuelas, los museos los bancos y santuarios del retail/ Una vez guillotinada Madame Historia emprendámosla con Mademoiselle Razón y sus feligreses/ sin olvidarnos de la Sociedad de los Poetas Bondadosos que le escribieron a la flor, al mar azul y al amor/ Porque no existe esa hermandad de la que tanto hablan/ el poeta se alimenta de envidia y vanidad/ le repiquetea el cascabel de la cola cada vez que estrecha la mano o palmotea la espalda/ ¡Desconfiad destruccionistas, desconfiad de todo! /¡Marchemos juntos destruccionistas del mundo! /y alguno de estos oficios elegid: carnicero, leñador, cantinero, detonador de explosivos, cazador, verdugo, mercenario, traficante, cafiche, sicario, terrorista, demoledor, panteonero, extirpador-amputador, curtidor, machacador, matarife…/ No tengáis miedo de masticar el polvo ni caer en charcos de sangre y podredumbre/Hagamos el trabajo que nadie quiere hacer: escribidle a lo fatídico, a lo informe, a lo antiestético a lo particularmente grotesco… hasta que la omnipotente MUERTE se haga cargo de nuestra inexistencia.
Gustavo Palavecino

martes, 6 de octubre de 2009

no taparnos los ojos





















Un caos a punto de desatarse,
un punto de fuga implícito, cautelosamente al acecho,
asechador a veces.
La sensación de estar rondando, o estar siendo rondado por, algo como un infierno, al borde del infierno.
Aquí algo se entreteje, aquí algo se está armando, aquí algo va a pasar.
Aunque no pase.
Ojalá ocurriera, pero predomina la longitud de la prefiguración, el abismo en ciernes.
Esa angustia.
Esa carga.
El cuchillo (de tiempo o espacio), el cuchillo (o el esbozo de un cuchillo en penumbras) está aún oculto, y lo terrible es saber que está ahí, aguardando.
Y lo terrible es entonces ponernos en la situación sicótica, sicopática —snuff movie—, de no alejarnos del peligro y el morbo, no taparnos los ojos, más bien abrirlos por completo, tentarnos por la curiosidad.
EpDt
a otaK enomaR