Quise fotografiarme/ y escogí los ojos de un perro vago./ Pequeño vagabundo sin dueño,/ sucio,/ con cardos secos en el pelaje marchito./ No me cobró nada/ y volvió a escarbar su tarro de basura./ Cada uno sigue su camino.
jorge teillier
jueves, 5 de agosto de 2010
excepcional
A veces uno se endurece tanto que no siente nada, y no le queda otra más que esperar un funeral o la muerte de una tarde excepcional para remover un poco las fibras.
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